Historia de Ayerbe
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"Ser de Ayerbe es un orgullo que llevo en mi corazón. He nacido en esta tierra, joya del Altoaragón. Cuatro ermitas te protegen San Miguel, Santa Lucía, San Pablo y Virgen de Casbas y al frente Santa Leticia. Villa de Ayerbe, villa de Ayerbe tan elegante con tu reloj, con tus dos plazas y tu palacio te llevo siempre en mi corazón."
Extracto del himno de Ayerbe.Juan Gracia Jos
Orígenes y tiempos de Taifa
La primera constancia histórica de la existencia de un asentamiento estable, en el término municipal, es de época romana de cuyo periodo se encontraron lápidas y monedas en el siglo XIX. Estas lápidas y monedas, según información bibliográfica, aparecieron entre finales del siglo XIX y principios del XX en las cercanías de la Virgen de Casbas, sin embargo, ni una cosa ni la otra han llegado físicamente a nuestros días. No obstante, los primeros rastros de la actual población se remontan a finales del siglo X, fecha en la que se datan los restos del castillo árabe que coronan la cima del cerro de San Miguel. El profesor Lévi-Provençal, tradujo al francés una descripción de España que escribió en árabe el historiador Al-Razi (Siglo X), en la que el castillo de Ayras, podría corresponderse con éste.
En cuanto al origen etimológico no existe una conclusión unánime. En un principio, se pretendió explicar aludiendo al árabe, pero el hecho de que exista otro pueblo denominado Ayerbe en el valle de Broto, zona donde jamás dominaron los musulmanes, impide aceptar un origen árabe para el topónimo oscense. Se cree que el topónimo puede traducirse por analogía con el vascuence, significando «(población situada) al pie de una pendiente». Estaría formado por AI(H)ER, que significa «inclinación, pendiente», y el sufijo vasco –BE, contracción de BE(H)E, que indica «parte baja, suelo, debajo de». Y, dado que el topónimo pudo existir antes de la creación de la población cristiana, que se asentó sobre las ruinas de un antiguo lugar, a ese núcleo podría corresponder la denominación, sin que nos sea posible saber más de él, por el momento.
Ayerbe se ubica alejado del río Gállego, algo que podría haberle facilitado el desenvolvimiento agrícola y económico en épocas antiguas. Su emplazamiento es ilógico, puesto que está expuesto a los fríos vientos del norte cuando un kilómetro más al sur hubiera permitido ocupar un terreno más resguardado. El hecho de que el “O Lugaré” (expresión propia dicha en el aragonés de Ayerbe) esté precisamente situado en la parte más expuesta al viento del norte, sobre una prominencia, dominando el estrecho entre el monte de San Miguel y el barranco por donde corre el río Seco, nos indica que el origen de Ayerbe estuvo relacionado con el dominio de este antiguo camino que iba desde los Pirineos hasta Zaragoza. Así, en los orígenes de Ayerbe no hay que ver un interés agrícola o económico, sino un interés posiblemente militar.
Admitido un origen militar, hay que suponer que el castillo nacería en una época en la que los musulmanes pudiesen temer un ataque de los cristianos asentados en las montañas pirenaicas. El rey cristiano Sancho el Mayor de Pamplona (1005-1035) estaba ya colocado con sus castillos en Agüero, Murillo, Cacabiello, Marcuello y Loarre/Lobarre. Hacia esta época, pues, deberemos colocar los comienzos de Ayerbe como entidad de población, ya que el establecimiento de una guarnición musulmana para vigilar los posibles movimientos de los guerreros cristianos atraería una serie de personas relacionadas con los soldados, dando origen a la construcción de un castrum en el actual barrio de O Lugaré, que conserva todavía sin apenas modificación alguna la traza urbana medieval, calles estrechas y tortuosas, para así luchar contra el frío viento del Norte.
Ayerbe en el medievo
Ayerbe cobra importancia después de la toma de Zaragoza (diciembre, 1118) por parte de los ejércitos de Alfonso I el Batallador (1104-1134), pues la afluencia de francos a las tierras últimamente ocupadas lo convirtieron en el lugar intermedio del Pirineo y Zaragoza. El monarca Batallador creó un nuevo burgo donde ahora se levantan las calles de Luis Espada o Barrio-i-Medio, de San Miguel o del Hospital y de Rafael Gasset o calle Nueva, al que, con la finalidad de atraer pobladores otorgó un fuero entre los años 1118-1125 (no se sabe la fecha concreta de su concesión). Ayerbe pues se convierte en centro de descanso y aprovisionamiento. De ahí que pronto aparezcan una serie de personas que se beneficiarán con este trasiego: los mercaderes. Cabría destacar que ese nuevo burgo, el Barrio-i-Medio, se encuentra sobre el camino que iba de Francia a Zaragoza por el curso del río Gállego. En el extremo sur de estas calles existió una puerta que cerraba el acceso a la nueva población por la noche, ya que todavía se denomina actualmente a esa zona de la villa La Portaza.
Por lo tanto, en la población creada por Alfonso I el Batallador se asentarían los comerciantes francos. La vida en Ayerbe fue próspera mientras duró la afluencia de francos a las tierras del Ebro. Pero cuando a fines del siglo XII y principios del siglo XIII – con las luchas de los albigenses – aquella comunicación se atenúa hasta llegar a desaparecer, la economía de Ayerbe cesa casi totalmente, los comerciantes huyen y las casas se arruinan. La Baronía de Ayerbe es constituida el 26 de agosto de 1272 al donar Jaime I el Conquistador la villa y el castillo a su hijo natural Pedro, fruto de su matrimonio morganático con la dama Teresa Gil de Vidaurre. Posteriormente volvió a la Corona, siendo de la reina Leonor, esposa de Alfonso IV el Benigno, quien la legó a su hijo el infante Fernando éste la vendió a Pedro Fernández de Arbea. En 1360 la baronía sería comprada por Pedro Jordán de Urríes por 10.000 libras jaquesas junto con el lugar de Alquézar, pasando de esa manera a formar parte de la familia.
Una época de esplendor
Después de los últimos siglos medievales, que se caracterizan, en Ayerbe por su pobreza y las luchas entre los pobladores y el señor de la villa, llega una época de esplendor, relacionada con el momento de grandeza y prosperidad económica de Aragón del siglo XVI, cuyos exponentes en Ayerbe son las actuales residencias de los Luna, Forcada, Ena etc. Estas mansiones son del XVII, principalmente. Ayerbe obtuvo el privilegio para celebrar dos ferias al año. Estas eran la “Feria de los gitanos o del hambre, celebrada en mayo (concesión de Fernando II el Católico) y la “Feria de San Mateo”, que se celebraba en septiembre (concesión de Felipe V de Castilla). En ambas se comerciaba con ganados, ovino, porcino, mular y vacuno, tiendas de trapería y quinquillería, cueros, lino, cáñamo, ajos, cebollas, melones y toda especie de frutas.
Los grandes propulsores de Ayerbe en el siglo XVI fueron don Hugo de Urríes y su esposa doña Greyda de Lanuza, señores de la Baronía de Ayerbe que construyeron en tiempo del emperador Carlos I de España el magnífico palacio (1543-1548) que separa ahora las dos plazas así como el convento de dominicos de Ntra. Sra. del Rosario (actual parroquia). Con estas construcciones y coincidiendo con el gran desarrollo económico-agrícola del siglo XVI en Aragón que atrae multitud de nuevos pobladores a Ayerbe, adquiere así la población su fisionomía más o menos actual.
Noble y Fidelísima Villa de Ayerbe
En 1709 Felipe V concedió a la villa los títulos de Noble y Fidelísima y el privilegio de añadir una flor de lis a su escudo municipal, por la colaboración prestada en la Guerra de Sucesión. En 1750, Fernando VI instituyó el marquesado de Ayerbe a favor de Pedro Jordán de Urríes y Urríes, elevándose los Urríes a la categoría de Grandes de España. Esta familia aragonesa, aunque también se señala su ascendiente francés, procedente del lugar de Urriés en Zaragoza y que tiene una cripta en la basílica del Pilar de esta ciudad, se convertiría en los siglos XVI y XVII en un dinamizador importante de la vida ayerbense. No obstante, es conocedora la animadversión que hacía ellos sentían los habitantes de la villa y sus aldeas. En 1811, el general Mina obtuvo una brillante victoria militar en Ayerbe, al derrotar a las tropas francesas de guarnición que se habían hecho fuertes tanto en el convento de dominicos como en el palacio de los Urríes.
El régimen señorial, contra el cual tanto lucharon los ayerbenses, acabó definitivamente con su derogación en las Cortes de Cádiz (1812). Desamantelados jurídicamente los señoríos, el marquesado conservó buena parte de su influencia y riqueza en la zona, adaptándose a los nuevos derechos burgueses de propiedad de la tierra, poseyendo abundantes y ricas tierras hasta el comienzo del siglo XX. En la década de 1870, comenzaron grandes obras que en años sucesivos fueron dotando a la villa de infraestructuras de utilidad pública: nuevo edificio para el ayuntamiento y escuelas públicas, inicio de aceras y cloacas (calle Nueva o de Rafael Gasset) y construcción de un nuevo matadero. Se iniciaron también las obras del ferrocarril que además de los adelantos en los transportes fue el impulso para la primera traída de agua de boca hasta el municipio.
Siglo XX y albores del siglo XXI
En Ayerbe la promulgación de la ley de Sindicatos Agrícolas de 1906 fue fundamental ya que se motivó el asociacionismo agrícola, fundándose el Sindicato Agrícola Ayerbense que alcanzaría óptimos resultados, llegando a beneficiar a sus socios con una sección cooperativa de luz eléctrica, molino harinero, abonos minerales y maquinaria agrícola. De la década de 1930 cabe destacar la Sublevación de Jaca contra la monarquía de Alfonso XIII, el día 12 de diciembre de 1930. Este alzamiento se frenó en Ayerbe, 37 ayerbenses fueron procesados, de los que 34 fueron trasladados a la cárcel de Jaca y 3 vivieron en el exilio. En palabras de Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, este hecho provocó que “el cuerpo político acelerara la caída de la monarquía en unas elecciones que la legitimaron”, refiriéndose a las elecciones municipales que se celebraron el 12 de abril de 1931 y que determinaron el advenimiento de la Segunda República Española, la cual se proclamó el 14 de abril de 1931.
Poco después del golpe militar de julio de 1936, en el que Francisco Franco toma el mando del Ejército de Marruecos, las tropas nacionales ocupan Ayerbe. Durante la guerra civil, estuvo emplazado en Ayerbe el cuartel general de la 51 División nacional al mando del General Gustavo Urrutia, motivo por el que sufrió la Villa frecuentes bombardeos. Al terminar la Guerra Civil, ya adentrados en la década de 1940, otra vez, la situación geográfica y el eje de comunicaciones por carretera y ferrocarril hizo de Ayerbe un centro mercantil de primer orden. El estraperlo (comercio ilegal de bienes sometidos a algún tipo de impuesto o tasa por el Estado) hizo que los comerciantes se enriquecieran a pasos agigantados y crearan multitud de puestos de trabajo, atractivo para muchas de las familias que vinieron y hoy son parte del municipio.
A partir de la década de 1960 se comienza con el pavimentado de las plazas y calles, proveyéndolas con arbolado, nuevo alumbrado y jardines por lo que sería galardonada la villa con el Premio Nacional de Embellecimiento de Municipios «Conde de Guadalhorce». La mecanización del campo, el cierre de las dos harineras y el comienzo de una acelerada decadencia de los comercios hizo en esta década que multitud de ayerbenses emigraran. Asimismo, el cierre de la frontera ferroviaria con Francia, aceleró el proceso. En los 30 años transcurridos entre 1950 y 1980, Ayerbe perdió 1000 habitantes. A un ayuntamiento cada vez más pobre en ingresos le era difícil hacer frente a esta situación. Durante años ha intentado promover distintas iniciativas enfocadas al turismo y la industria facilitando su instalación a empresas que persiguieran este fin. En los albores del siglo XXI, con renovadas propuestas, Ayerbe lucha por recuperar categoría de hospedaje y mercado además de adquirir carácter industrial.
Contenido fotográfico procedente de la fototeca de la Diputación de Huesca. Fondo de Ricardo Compairé.