Cajal y la Sanidad Militar: 150 años después

“Me devora la sed de libertad y de emociones novísimas”

En junio de 1873, con 21 años, Ramón y Cajal obtiene el título de Licenciado en Medicina. Su padre quería que se presentara a unas oposiciones pero la llamada quinta de Castelar, es decir, el servicio militar obligatorio, malogró el programa paterno.

Santiago, como todos los mozos útiles de aquel reemplazo, tuvo que dormir en el cuartel, comer rancho y hacer el ejercicio.

Su vida de recluta no duró mucho. Decidió presentarse a unas oposiciones a médicos segundos de Sanidad Militar. Si conseguía la plaza, en vez de servir a la República de soldado raso, la serviría de oficial, con graduación de teniente.

En los ejercicios de oposición no lo debió hacer  del todo mal, ya que entre 100 candidatos (para 32 plazas) obtuvo el número 6.

Foto uniforme militar Ramón y Cajal

Retrato de médico militar hecho al embarcar a Cuba

Poco después recibe la orden de incorporarse al regimiento de Burgos, de operaciones en la provincia de Lérida (septiembre de 1873). El joven Santiago, ávido de emociones fuertes y peripecias bélicas, deploraba la placidez parsimoniosa de la guerra. Durante sus ocho meses de estancia allí “no tuve ocasión de oír el silbido de las balas ni curar un herido. Los efectos de alguna caída de caballo, tal cual indigestión y algún regalo de la Venus atropellada y barata… y pare usted de contar”.

En abril del año 1874 recibe la orden de trasladarse al ejército expedicionario de Cuba. Esto implicaba el ascenso a  la graduación de capitán (primer ayudante médico).

Su padre trató de disuadirle. Le aconsejó la petición de la licencia absoluta, argumentando la insalubridad de la isla y el peligro al que se exponía. Al ver que no podía convencer a su hijo, le dio unas cartas de recomendación para el capitán general y otros personajes de la isla para que fuera destinado a un puesto “relativamente salubre” como Puerto Príncipe, Santiago o la Habana.

Rumbo a Cuba como médico militar

Para el joven Ramón y Cajal ir a Cuba significaba una gran aventura: cruzar el Atlántico como los famosos y heroicos descubridores del Nuevo Mundo, ver nuevas tierras, contemplar costumbres y tipos exóticos…

Cajal y la Sanidad Militar
Oleo de Cuba

Paisaje de la manigua cubana

Retrato de Ramón y Cajal en Cuba,
con uniforme de capitán
(uniforme de rayadillo de ultramar).
Óleo. Museo del Ejécito.

Finalmente, provisto de esas cartas, parte desde Cádiz, en abril de 1874, en el vapor España rumbo a Puerto Rico y Cuba. Tras 16 días de travesía llega a San Juan de Puerto Rico y dos días después a la Habana. En la capital todo atraía su curiosidad y todo era motivo de asombro y enseñanza. Tras un mes de aclimatación se comenzó a distribuir al personal médico recién llegado de la Península.

Sin embargo, Cajal no quiso hacer uso de sus cartas de recomendación y fue destinado a la enfermería de Vista Hermosa, dentro del distrito de Puerto Príncipe, en medio de la manigua1. El hospital era un enorme barracón de madera, con techo de palma con capacidad para unas 200 camas. Santiago dormía junto a sus pacientes, en un cuarto separado donde, además de medicamentos, algunos alimentos y fusiles de soldados muertos, se preparó un pequeño laboratorio fotográfico y un estante para su pequeña biblioteca.

Una dura experiencia

mapa cuba

Mapa de Cuba con  las principales trochas de las guerras de independencia: 1 Trocha del Este o de Bagá (inconclusa hacia Zanja); 2 Trocha de Júcaro a Morón; 3 Trocha de Mariel a Majana.
(Fuente: Antena Historia )

Repartía su tiempo entre el cuidado de los enfermos, la lectura, el dibujo y la fotografía. Al final enferma de paludismo. Va perdiendo el apetito y las fuerzas. La anemia hace que quede postrado en la cama y que no pueda atender a los enfermos. Para colmo, al paludismo se une la disentería. A pesar de ello, Cajal tenía mucha confianza en la fortaleza de su constitución. Incluso, cuando los síntomas mejoraban, aprovechaba para estudiar inglés con unos libros comprados en la Habana.

De vez en cuando el hospital era atacado por los mambises2 y tanto él como los enfermos tenían que empuñar las armas. La salud de Santiago no mejoraba, más bien al contrario. Consiguió una licencia para ir a recuperarse a Camagüey, donde estuvo un mes y medio. Aunque no se había repuesto del todo fue enviado a la enfermería de San Isidro, en la trocha3 del este, una zona pantanosa con mayor insalubridad que Vista Hermosa. De hecho, aquí tenía a su cargo a más de 300 enfermos, la mayoría aquejados de viruela, úlceras crónicas, disentería y paludismo.

En San Isidro descubre muchos abusos cometidos, con la complicidad del cocinero y practicantes, a beneficio del jefe y oficiales de la guarnición, relativos a la comida de los enfermos. Se enfrenta al comandante, censurando su incorrecto proceder, y le informa de que está dispuesto a corregir radicalmente estos abusos. En otra ocasión se opone a que el comandante encierre dos caballos en el hospital. Todos estos enfrentamientos hacen que se le instruya sumaria por insubordinación y amenazas a la autoridad. El oportuno cambio de comandante, para evitar que se conocieran todos estos abusos, restableció la paz en San Isidro.

Su salud sigue resintiéndose. Pasa la mayoría de las horas en la cama, y la quinina, el tanino y el opio (para la disentería) solo le alivian fugazmente. La tan ansiada licencia no llega debido a la escasez de médicos de refresco.

Insurrectos en la manigua

Grupo de insurrectos en la manigua.
(Ramón Padró y Peret en La Ilustración Española y Americana)

Fortin

Un fortín de la enfermería de San Isidro, en la trocha del este. En primer término la locomotora de tipo americano con enorme chimenea de embudo.
Foto realizada por Ramón y Cajal.

Fotografía hecha en Puerto Príncipe, después de convalecer del paludismo contraído en Vista Hermosa

Regreso a España

Cajal con caquexia

Ramón y Cajal en 1877, de regreso a España y con reliquias de la caquexia palúdica.

Tras meses de penurias, la suerte sonríe a Santiago. Un brigadier, de gira inspeccionando las líneas militares, impresionado por el mal estado de los soldados, ordena desmontar los fortines y retirar las guarniciones.

Cajal es enviado al hospital de San Miguel donde tras unas semanas logra mejorar lo bastante para trasladarse a Puerto Príncipe. Gracias a la intercesión de este brigadier, el proceso de solicitud de licencia absoluta que Cajal había solicitado y estaba atascado, logra acelerarse. Es diagnosticado de caquexia palúdica grave, incompatible con el servicio. Así que vuelve a la Habana, donde debía cobrar los atrasos (se le debían varias pagas) de su sueldo, obtener el pasaporte (con fecha de 21 de mayo de 1875) y esperar el vapor.

El vapor España le trae de regreso a Santander. Durante el viaje ha mejorado mucho aunque aún le quedan secuelas de la caquexia y palidez de la anemia. Se va recuperando en Zaragoza, junto a su familia, “aunque no recobré la antigua pujanza” y tiene que pensar en su futuro.

Su padre, Don Justo, le insiste en que tiene que encauzarse hacia la docencia. Haciendo caso a su progenitor, Ramón y Cajal comienza su preparación para oposiciones a cátedras.

Bibliografía

Ramón y Cajal, Santiago. Mi infancia y juventud. Editorial Planeta, 2002. pp. 199-250.

Durán Muñoz, García; Alonso Burón, Francisco. Cajal: vida y obra. Editorial Científico-Médica, 1983. pp 69-90

Nieto Amada, José Luis; Gutiérrez Sosa, Ofelia Lucía. Cajal y la isla de Cuba: añoranzas, influencias y homenajes. Ateneo de Zaragoza, 2011. pp 3-15

Notas

1. Manigua: Terreno, con frecuencia pantanoso, cubierto de espesa maleza tropical. (Volver)

2. Mambises: Término referido a los insurrectos, a los guerrilleros independentistas (Volver)

3. Las trochas de Cuba eran caminos bordeados por fuerte empalizada, con o sin alambradas de refuerzo, y defendidos cada 500 metros por blockaus, donde vigilaban pequeños destacamentos de soldados. Cada 1.000 o más metros se alzaba un fortín de madera, guarnecido por una compañía o fracción de ella.
La llamada trocha del Este o del Bagá, aunque no terminada, se extendía de Norte a Sur unos 52 kilómetros; comprendía tres o cuatro hospitales de campaña. (Volver)